Por: Michel Hernández
Banksy ha sabido moverse magistralmente entre las sombras para intervenir las paredes de grandes ciudades del mundo con grafitis insumisos, rebeldes y anticapitalistas llenos de ironía, sátira política y simbolismo. Los habitantes de París, Nueva York, Londres, Barcelona han podido encontrar a su paso la imagen de un activista político arrojando un ramo de flores como si fuera un cóctel molotov, policías británicos fundiéndose en un beso, un muñeco inflable disfrazado de preso de la base naval de Guantánamo en la cola de la montaña rusa de Disneylandia, la niña que suelta al aire un globo rojo, obras que han convertido a ese artista inglés en un ícono del grafiti y del street art y en una de las grandes leyendas del arte contemporáneo.
Pero nunca se había tenido noticias de que Banksy —nacido en Bristol y cuya identidad se desconoce— hubiera dejado su huella en La Habana. Hasta que el artista Nestor Siré (Camagüey, 1988), tras un meticuloso proceso de investigación, descubrió que esta leyenda de la contracultura había pasado por La Habana junto al dj Jon Carter en el 2004 antes de tomar rumbo a Jamaica. El resultado de su supuesto paso por la capital cubana es una serie de grafitis en las paredes entre los que aparecen su famoso personaje de la serie Gangster Rat, junto a la frase This is not a photo opportunity.
Nestor, al descubrir una de las obras de Banksy, decidió restaurarla y luego enmarcarla y para ello contó con la destreza de un grupo de restauradores de la Oficina del Historiador de La Habana. Los especialistas se apoyaron en la técnica del stacco, consistente en retirar la capa de pintura de la pared, para que esta imagen, descolorida y gastada por las inclemencias del tiempo, aunque recubierta por una capa de pintura como protección, no sufriera más daños.
Bajo la frase “los malos artistas imitan, los grandes artistas roban”, atribuida a Pablo Picasso, Siré hizo suyo el grafiti y lo colgó para la venta en su blog personal con la condición de que la pieza no pueda salir de Cuba y tiene el propósito, según declaró a Granma, de “hacer con este proyecto una obra que retrate de forma irónica la apropiación de Banksy por parte del mercado”.
“Mi intención no pasa por vender la obra. Es poner una golosina para los coleccionistas internacionales que no puedan degustar. Es sobre todo un gesto metafórico. No se trata de buscar dinero para hacer un taller o comprar una casa, sino de hablar sobre la comercialización del mercado del arte, algo que Banksy ha reflejado muy bien”, dice Nestor en conversación telefónica desde Matanzas.
“Descubrí un proyecto en internet —indica— consistente en que un grupo de curadores quitaron los grafitis de Banksy de las paredes y los vendieron. Y Banksy divulgó un comunicado denunciando ese hecho. Pero él no tiene respaldo legal porque es un tipo incógnito. Y el mundo del arte lo vende y a mí me interesa particularmente ironizar sobre eso”.
El joven artista, quien ha realizado varias intervenciones públicas y pertenece a la Asociación Hermanos Saíz, calificó como “un golpe de suerte” el descubrimiento de esos grafitis en el entorno habanero. “En el 2010 encontré dos obras que hizo Banksy en el malecón, pero estaban extremadamente deterioradas. Cuando las encontré el tiempo y el salitre habían hecho estragos. También descubrí una un poco más conservada en La Habana Vieja. Entonces me apropié de Banksy para hacer mi propia obra.
Convoqué a restauradores con mucho talento y le hicimos el tratamiento como si se tratara de una pintura mural clásica. La restauramos y después la retiramos de la pared y aproveché la Bienal para exponerla. Por mi cuenta él realizó en La Habana cerca de siete grafitis”, agrega.
La obra no cuenta con compradores hasta el momento, pero Nestor afirma que le gustaría ante todo que se exhiba para el público cubano. “Me gustaría que los museos muestren la obra, aunque, de no ser posible, la estaré exhibiendo en la sala de mi casa para todos los que deseen verla”, afirma.
Banksy ha mantenido una postura muy crítica contra la mercantilización del arte y apuesta por la democratización del espacio público. De ahí que mientras en el mundo del arte sus obras han llegado a comercializarse hasta en 80 000 dólares, el grafitero se ha burlado de forma admirable del mercado rematando algunas de sus piezas más conocidas a un costo de 60 dólares. Y su paso por La Habana ha llamado la atención internacional desde que se conoció la noticia, y sus seguidores, que son legión, se han estado preguntando en qué lugar de la ciudad el artista inglés plasmó su huella.
Pero seguramente fueron muy pocos los que se percataron de la existencia de sus grafitis en los muros y las paredes de la capital cubana. No obstante, todavía están a tiempo de ver con sus propios ojos esta obra de su serie Gangster Rat. La exposición Nano, una de las muestras colaterales de la 12 Bienal de La Habana, será clausurada hoy en la galería Teodoro Ramos, ubicada en 20 de Mayo, desde donde Banksy le sigue hablando a los cubanos.
Fuente: Granma