Por: Willy Hierro Allen
El protagonista es Frank Hershey (1907-1997), diseñador proveniente de una familia rica en Detroit, “la catedral del automóvil americano”. Sus familiares usaban autos Cadillac y Henry Leland, el creador de esa marca de lujo, frecuentaba la casa de los Hershey. A finales de los años 20, Frank Hershey comenzó a trabajar en una empresa de carrocerías.
Por esa época, las personas adineradas compraban el chasis y motor de su futuro auto de lujo, para luego mandar a fabricar la carrocería a su gusto. Y así fue como el joven Hershey empezó a diseñar bellos y exclusivos autos para artistas y potentados. Su interés por el diseño se convirtió en vocación que marcaría su vida.
En 1933 entra a General Motors y trabaja en el diseño del Pontiac “Silver Streak” de 1935, cuya característica principal son dos bandas plateadas en el capot. Estas bandas distinguieron a la marca Pontiac de 1935 a 1956. Ya Hershey implantaba sus diseños. En 1936 lo envían a la marca Opel, filial de General Motors en Alemania.
A su regreso lo hacen director del Estudio de Diseño Avanzado de General Motors. Su jefe es Harley Earl, vicepresidente encargado de la estética de los vehículos General Motors desde 1928. Frank Hershey y Bill Mitchell le hacen una visita a la compañía Lockheed en 1939 y quedan impresionados con las elegantes líneas de avión de combate P38.
Lo que más llama la atención de los diseñadores es la aerodinámica y en especial, los grandes alerones de cola. Hershey empieza a trabajar con unos bocetos inspirados en el P38, pero la II Guerra Mundial interrumpe todos los trabajos. Hace el servicio militar en la Marina y regresa en 1944. Earl le encarga el diseño del Cadillac de post-guerra.
Hershey presentó el prototipo “interceptor”, de muy avanzadas líneas y sin estribos, lo que fascinó a los ingenieros por su aerodinámica, pero no le agradó a la dirección de General Motors: demasiada modernidad puede ser un gran fracaso comercial. Y Hershey volvió a la carga con unas colas que llamaban mucho la atención.
Harley Earl, su jefe, se indignó. Ordenó eliminarlas inmediatamente o sería despedido. Sin embargo, a la dirección de General Motors sí le gustaron, en particular al presidente Charles Wilson y a Alfred Sloan, jefe del Consejo de Administración. El tiempo les dio la razón, a partir del modelo de 1948, las “colas de pato” de Cadillac lideraron la industria a nivel estético.
La respuesta del público fue positiva y las ventas del Cadillac 1948 pasaron de 50 mil unidades. En 1949, las ventas de Cadillac llegaron a cerca de 90 mil autos. A inicios de los 50, cambia la línea: el automóvil es más bajo y pesado, pero crecen las colas y para 1957-1959 esas colas son gigantes. No solo en Cadillac, sino en prácticamente, todas las marcas.
De cualquier manera, las colas todavía se veían a inicio de los 70, cuando algunos constructores europeos, como los alemanes de Mercedes-Benz (que también tuvo sus colas a finales de los 50), comenzaron a dominar el mercado con automóviles menos “escandalosos”. Frank Hershey fue, para la Historia del Automóvil, uno de los diseñadores más influyentes de su época.