La exposición Palimpsesto se exhibe en el tercer piso del MNBA, y es el homenaje que le brinda a Fors la institución por el Premio Nacional de las Artes Plásticas 2016,
Por Jorge Fernández Era
La exposición Palimpsesto, de José Manuel Fors, acaba de ser inaugurada en el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes con la presencia del artista, del viceministro de Cultura Fernando Rojas y de Teresita Domínguez, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas. La muestra, con la curaduría de Corina Matamoros, está formada por las piezas Palimpsesto (instalación, papeles impresos, manuscritos, fotografías, cartón), Sedosas pausas intermedias (instalación, collage de papeles diversos), Las prensas (instalación, prensas metálicas, lomos de libros), Las columnas (instalación, papel, cartón) y La sombra dilatada (instalación, papel, fotografía, grafito).
El director del MNBA, Jorge Fernández Torres, expresó que José Manuel Fors no ha perdido la capacidad de sorprendernos. «Eso uno lo siente cuando existe un artista de una profunda cultura, de un alto nivel intelectual y de una humildad extraordinaria». Sobre el término que da título a la exposición el también crítico de arte abundó: «El origen de palimpsesto viene de las escrituras sagradas, de las escrituras que se conectan encima de otras. El palimpsesto ha tenido una trayectoria dentro del arte y la escritura contemporáneas; para el gran escritor cubano Severo Sarduy el palimpsesto fue el elemento fundamental para concebir su obra. Fors lo hace con una pieza que nos hace pensar, con la misma osadía que lo hizo cuando presentó una obra como Hojarasca, pieza del año 1979 que transformó la concepción del paisaje que teníamos hasta ese momento».
Palimpsesto se exhibe en el tercer piso del MNBA, y es el homenaje que le brinda a Fors la institución por el Premio Nacional de las Artes Plásticas 2016, que le fuera otorgado por una trayectoria artística de más de treinta años avalada por múltiples premios nacionales e internacionales, como la Medalla de Oro en el 49 Salón Nacional de Fotografía de Japón, en 1989, y el estar incluido en múltiples colecciones en todo el mundo, sobre todo en Cuba y Estados Unidos.
«Palimpsesto es una gran instalación, es una historia de vida —opinó Fernandez Torres más adelante—. Si Fors en un momento transformó el paisaje, hoy transforma el conocimiento. Es la imposibilidad de aprenderlo todo, la certeza de la fragilidad del ser. Aquí están las cartas de sus amigos, las cartas de su familia, hay toda una cultura que tiene que ver con lo social, con lo científico, con lo histórico, pero lo más importante es que se convierte en el reservorio de la subjetividad del artista, de un hombre que nos obliga a pensar y a reflexionar sobre el hecho de que somos profundamente mortales».
Nadie mejor que la propia Corina Matamoros para definir esta entrega de José Manuel Fors: «En este Palimpsesto particular de 1,4 metros cúbicos de volumen hay un sinnúmero de papeles de letra impresa, hay fragmentos de libros sobre otros libros, hay conocimiento sobre conocimiento, hay siglo tras siglo. Esa monumental acumulación de cuartillas editadas nos habla desde la historia del hombre, desde el poderío del saber transmitido, desde el hilo filogenético que la cultura sin cesar enhebra. Y esa sumatoria levanta una corpulencia de estratos, como las piedras de una fortaleza antigua se levantan sobre los cimientos de remotas construcciones subyacentes. El creador ha erigido una arqueología de papel para encarnar el legado que nos ha hecho como somos».