La magnitud de los proyectos que desde inicios de año la ocupan y su pasión por ellos es tal que podría ser incalculable la extensión de una entrevista con Isabel María Pérez Pérez, la directora de ArteCubano Ediciones, una mujer que, por si fuera poco para cualquier periodista, tiene el don de la palabra.
Tres temas insoslayables llevaron a Cubarte hasta su oficina: la celebración este 2015 del aniversario 20 del sello editorial que encabeza, su trabajo como curadora general de la más abarcadora exposición de arte cubano que se haya concebido en el programa colateral de la Bienal de La Habana y la participación que tuvo en el equipo que conformó ese hito internacional de la plástica isleña que es la muestra Ajaccio a la hora de Cuba, aún abierta en Córcega.
Decidimos comenzar por el que por estos días la desvela: la megaexposición Zona Franca que, como una de las colaterales de esta edición de la Bienal de La Habana, ocupará a partir del 21 de mayo próximo toda el área del Parque Histórico Militar Morro Cabaña.
¿Cómo es que llegas a involucrarte en este proyecto?
La Editorial es una institución del Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP) que en los últimos cuatro años ha tenido una mayor relación con la curaduría porque ha coordinado todos los trabajos con la colección del CNAP.
La batería de curadores del Consejo, que son esencialmente los investigadores del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, estaba concentrada en la Bienal de La Habana, que es el plato fuerte de mayo y que creo que en esta oportunidad ha logrado cumplir ese viejo reclamo, que ya databa de la VI o la VII, de romper las propias reglas que había establecido la Bienal en las primeras cinco ediciones, cuando cambió la configuración total de cómo eran los eventos de ese tipo en el mundo.
Luego la crítica ha querido que la Bienal vuelva a romper todas las reglas del juego. Eso es extremadamente complejo. Creo que esta Bienal ha sido muy radical y creo que va a romper completamente esas convenciones que caracterizaron su gestión expositiva y, por supuesto, ha necesitado de la energía del parque completo de las instituciones del Consejo.
La decisión entonces fue que la dirección del proyecto estuviera en ArteCubano, tanto para la muestra como para hacer el catálogo, pero que se integraran especialistas de todas las instituciones del Consejo a ese grupo. De ese modo hay dos especialistas del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, (Tania Parson y Liana Rodríguez); una de la Fototeca de Cuba (Elisa González) y dos de la vicepresidencia artística (Ariana Landaburo y Estela Ferrer).
De ahí que finalmente yo dirija un grupo de cinco curadoras quienes no hemos asumido un proyecto de coordinación de muchas exposiciones, sino un proyecto de curaduría de proyectos. La exposición tiene también muchísimos curadores que presentaron proyectos específicos. Es decir, es un pull.
En lo personal yo no creo en las grandes estrategias individuales. Se que en algún momento, si la Editorial logra tener una sede un poco más desahogada, separaremos los pequeños equipos de trabajo. Hoy es asfixiante que todos trabajemos en una única oficina, pero eso también ha contribuido mucho al trabajo colectivo, a la discusión perpetua sobre cada una de las cosas que se hacen.
Por lo demás, tampoco creo en las grandes curadurías personales, ni en los grandes curadores. Ni en los nuestros, ni en ninguno. Creo que lo realmente interesante siempre se genera en la conjunción y en los equipos de trabajo que te contradicen y te ponen a repensar tus operatorias, donde todos tienen una voz. En los equipos de trabajo donde se discute y llegan al mejor resultado.
ArteCubano discute todo lo que hace. Desde la caja de texto hasta la tipografía que vamos a usar. Podemos tener aciertos y desaciertos, pero ese método de trabajo es el que ayuda a la comprensión de que el arte y la cultura son mucho más que los gustos y las preferencias personales, por muy educada y por muy inteligente que sea la persona que está a cargo de las decisiones.
¿Cómo es que surge la idea de un proyecto como Zona Franca?
La idea original fue continuar un trabajo que comenzó en la pasada Bienal cuando, al desecharse la Cabaña como sede central de la megaexposición tradicional del evento, aprovechamos ese espacio para hacer una muestra de arte cubano, la cual como se fue gestando en la medida en que se empezaba a trabajar. No se concibió en toda su magnitud desde el comienzo.
En esta oportunidad, concebimos desde el inicio una gran exposición que ocupara los espacios de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y del Castillo del Morro, para la que hicimos una convocatoria y una investigación acerca de cuales son los temas fundamentales que han sido recurrentes en la narrativa del arte cubano de los últimos cinco años, aproximadamente.
Más tarde conjugamos los proyectos que recibimos y los intereses que nosotros teníamos de determinadas estéticas capaces de complementar esos grandes temas.
¿Esos proyectos eran de curaduría?
Los artistas presentaron proyectos y un grupo de curadores también los presentó. Se van a conjugar, por tanto, proyectos colectivos e individuales concebidos por determinados curadores con proyectos que presentaron los artistas a título personal, en ocasiones sumando a otros colegas, y las invitaciones que hicimos para complementar el discurso que estábamos conformando.
De esa manera el recorrido por la Fortaleza va a tener siempre un sentido construido a partir de estas líneas temáticas que nos interesaba destacar, y no de manera exclusiva.
Es decir, no es que vas a llegar a un lugar a encontrarte la fotografía o vas a llegar a otro lugar a encontrarte las instalaciones. Ni siquiera que vas a llegar a un lugar a encontrarte todos los discursos de la identidad, por ejemplo, que es uno de los temas que vamos a desarrollar. Sino que hemos hecho una suerte de recorrido en el que, aunque en cada pabellón va a primar un tema, habrá otros proyectos que lo apuntalan desde perspectivas diferentes.
Nuestra idea fundamental es que puedas hacer un extenso recorrido por el arte cubano pues hay más de doscientos proyectos, entre personales y colectivos. Un recorrido en el que constantemente estés encontrando cosas nuevas. Donde alternes la estética que conoces de los artistas, que probablemente viste en alguna exposición de los últimos dos o tres años, con proyectos que han concebido y realizado específicamente para este momento.
Habrá extraordinarias exposiciones colectivas y alrededor de ellas se alinearán entonces una serie de estéticas y de proyecciones que darán una visión más general de ese mismo tema.
Vamos a utilizar todos los espacios de La Cabaña y los del Morro. Ha sido en una gran experiencia de intentar mostrar esas proyecciones disímiles que hemos manejado para que coexistan en el espacio. Es decir, estarán desde Pedro de Oraá y los artistas de mayor experiencia, con artistas de gran posicionamiento internacional, artistas muy jóvenes, artistas de las provincias y artistas cubanos que residen en el exterior.
Habrá una gran conjunción y, naturalmente, estarán todas las técnicas en las que hoy el arte cubano se emplea. Habrá exposiciones colectivas de fotografía, grabadores, grandes instalaciones, muchas obras en los espacios públicos, esculturas.
Habrá, por supuesto, mucha pintura, obra interactiva, video y un gran despliegue de la abstracción, que en los últimos años ha tenido una especie de renacimiento en la escena cubana Creo que será una oportunidad excepcional para encontrar un mapeo de lo que puede estar sucediendo hoy en el arte cubano.
Un mapeo curado, un mapeo estructurado, un mapeo que no es espontáneo. No está hecho con la idea de desarrollar una tesis como hace la Bienal de La Habana, pero tampoco se estructura con la idea de una feria de arte como puede ser HB. Sería algo así como un gran Salón de Arte Cubano colateral a la Bienal.
Este proyecto va a estar acompañado por un libro que vamos a presentar el día antes de la inauguración. Un libro que va a contener todos los artistas, todos los proyectos. Un libro de lujo.
¿A modo de catálogo?
A modo de catálogo. Además tendremos las publicaciones que siempre acompañan a las colaterales. Es decir, un periódico tabloide.
También hemos diseñado una gráfica con ese gran amigo de Cuba que es el español Ricardo Sánchez Cuerda, quien ya trabajó con nosotros en la X Bienal de La Habana y ofreció ahora este servicio.
Hemos diseñado una gráfica que pueda acompañar al espectador en esta experiencia tan compleja que va a ser la Cabaña en verano, con esa cantidad de exposiciones tan diferentes entre sí y con todo ese entramado de edificaciones que tiene el Parque Histórico Militar.
Una gráfica que va ser muy llamativa y que de alguna manera va a tratar de cerrar esa idea de gran mapeo, de un gran Salón de lo que puede estar sucediendo hoy en el arte cubano.
Dijiste que no sostienen una tesis como la Bienal, entonces ¿a partir de qué ideas han estructurado este recorrido?
Nosotros partíamos de la tesis de que era una zona franca porque las curadurías siempre tienden a una especie de exclusión. Nosotros, que ya habíamos trabajado en varios proyectos con esa misma idea, queríamos crear una zona franca de exclusiones en la que estuvieran los artistas de provincias, los cubanos que no residen aquí y que estuvieran en un mismo nivel los grabadores y los grandes instalacionistas.
En ese sentido queríamos una zona franca para la creación, donde los temas, las técnicas y las estéticas se homologaran y dialogaran entre sí. Un espacio idóneo tanto para una obra intimista y muy personal como para las grandes instalaciones en los espacios públicos.
A partir de ahí nosotros decidimos que hay seis líneas de conexión que de alguna manera iban a guiar ese recorrido. Ellas tienen que ver con la memoria, con la identidad, con la construcción de la historia, con la comunicación, el territorio y con la propia historia del arte.
Esos son, según nuestra manera de ver lo que está pasando en la producción artística, los seis grandes temas con los que hoy pudiéramos de alguna manera fragmentar u organizar el arte cubano. Son las recurrentes motivaciones que han ocupado las narrativas del arte cubano de los últimos cinco o seis años y, a partir de esas líneas, hemos establecido un recorrido en el que no van a estar químicamente puras.
Un artista me preguntaba que después de que el espectador termine de ver la Cabaña qué incentivo va a tener para llegarse hasta el Morro y yo le dije que el incentivo fundamental va a ser que desde que entre a cualquiera de los dos espacios tendrá información de todo lo que va a estar en el resto de la Fortaleza.
Por lo tanto eso va a hacer que usted sepa que será imprescindible ir al Morro a ver la gran instalación de José Ángel Toirac de Zona Franca, que va ser precisamente Ave María que regresa a Cuba con toda esa carga que pueda traer. O ver la segunda edición de Haciendo presión, que fue una de las grandes exposiciones que se exhibió en la Bienal pasada.
Es un recorrido en el que en todos los lugares van a encontrar grandes atractivos y, esperamos sea guiado por una gráfica inteligente, audaz y muy llamativa que estamos concibiendo y produciendo para ese momento.
¿Tienen pensado realizar algún evento teórico que acompañe a la exposición?
Nosotros tenemos contratadas en esa área dos salas de reuniones. San Alejandro y sobre todo algunas entidades que tienen que ver con la educación nos han pedido sostener algunos encuentros con los artistas, pero en este momento no tenemos un programa definido porque la lógica del trabajo nos ha ocupado la totalidad del tiempo en la organización de la exposición, la elaboración del catálogo y la estructuración de la gráfica.
Siempre lo que nos va a interesar en La Cabaña es la interacción de los artistas con el público o la reflexión sobre la propia exposición. Nosotros no estamos interesados en hacer una reflexión que no sea sobre lo mismo que La Cabaña está exhibiendo.
Algo que recuerda lo que se organizó en la VI Bienal, en la que toda la reflexión de su evento teórico tenía que ver con la propia Bienal. Para mi fue de las mejores cosas que se han hecho y nosotros concebimos que todo lo que hiciéramos relacionado con el procesamiento de las ideas se tenía que referir a los artistas o a los proyectos que estaban o a la exposición en sí misma.
Creo que eso es lo único que nos va a hacer aquilatar mejor cuáles serían los logros y cuáles las carencias de una supermuestra como esta, que seguramente se repetirá en otras ediciones del evento. También nos ayudará a dar más luz sobre una gran exposición que reúne a tantos artistas y estéticas diversas en un mismo espacio.
¿Podrías adelantar algunos de los proyectos de mayor atractivo?
Regresa Alexander Guerra con una extraordinaria exposición. Estarán Glauber Ballesteros, Alejandro Herrero, y hay otros muchos artistas como Denis Izquierdo, que hizo una instalación en la Bienal anterior.
Vamos a tener varias exposiciones colectivas o personales de lo último que se está haciendo, de los muchachos más jóvenes, de los muchachos que se están graduando del ISA o de aquellas promociones que tienen dos o tres años y hoy poseen una gran visibilidad en el contexto de nuestras galerías.
Habrá varias exposiciones que también tienen que ver con visiones de la abstracción. Por ejemplo, tendremos también una de Adrián Rumbaut y de otros artistas que son del centro de la Isla.
Hay eventos, como Haciendo presión, que lo es por la complejidad que tiene la propia exhibición y hay una enorme cantidad de exposiciones personales donde estarán lo mismo Manuel López Oliva, que Andrés Serrano, Choco o Ángel Ramírez, José Manuel Fors, Lidzie Alvisa, Roberto Fabelo, Abel Barroso, Diago, ... Muy complejo para mi enumerarte, porque siempre corremos el riesgo de las omisiones. Sería ideal que Cubarte publicara la lista completa.
Estará como invitado especial, fuera del eje de la curaduría, un proyecto que se gestó en el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) hace dos años y que tiene que ver con la relación del arte y el deporte. Se llama Conexiones cartográficas y son nueve fuentes de agua diseñadas por grandes escultores de todo el mundo. Aunque solamente participa un artista cubano, José Villa, hemos querido invitarlo porque La Cabaña es como un lugar excepcional para ese tipo de proyecto.
Es una lista infinita. Son alrededor de 240 artistas y, de ellos, 110 tienen muestras personales y alrededor de 20 colectivas.
¿A qué colecciones pertenecen las obras que serán expuestas en Zona Franca?
Los proyectos que habitualmente organiza la editorial se conciben exclusivamente a partir de las obras de las colecciones públicas, como fue el titulado Rodando se encuentran que llevamos a China o un proyecto que ahora estamos tratando de cerrar con el Museo Cervantes de Roma. Por supuesto, privilegiando la Colección del CNAP, que es una de nuestras líneas de acción.
De la misma manera que establecemos que esos proyectos sean con obras públicas, tratando de darle apoyo al coleccionismo de los museos y de las instituciones en sentido general, de darle una visibilidad que yo creo que necesita este país; hemos establecido también que proyectos como este de Zona Franca se hagan exclusivamente con obras de los autores.
Ninguna obra que no sea propiedad del artista estará en la exposición porque esta tiene un carácter completamente diferente. Este proyecto es una vitrina hacia nuestras propias colecciones. Será un modo de mostrarle a las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, de la Fototeca de Cuba qué es lo que está pasando y también qué es lo que pueden adquirir.
Pero será una vitrina de la producción que se está haciendo hoy. No de la producción que está atesorada ya y que es patrimonial, sino de la que hoy está disponible, buscando nuevos proyectos, nuevas exposiciones, nuevos horizontes.
Isabel mira al teléfono que ha sonado con insistencia durante la entrevista. Le doy un respiro. Los veinte años del sello editorial que dirige y su participación en la gran exposición de arte cubano que permanece abierta en el francés Palacio Fesch, Museo de Bellas Artes de la Villa de Ajaccio, aún extenderán nuestro diálogo.
Fuente: Cubarte