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Cristina de Middel, Santiago Talavera y Jorge Fuembuena
27November

Cristina de Middel, Santiago Talavera y Jorge Fuembuena

Cristina de Middel y Santiago Talavera, exploran la delicada frontera entre lo real y lo irreal. Ese reino de fantasía e irrealidad en el que tanto los mitos como lo verdadero, caminan de la mano, donde es difícil distinguir entre los caprichos de lo real y las más inteligentes ficciones fabricadas al efecto. Cristina de Middel con "Look what hatred did" y Santiago Talavera con sus últimas obras, construyen ambos desde dos medios como son la pintura y la fotografía, imágenes intermedias entre la realidad y la fantasía.

 

Cristina de Middel presenta su nuevo trabajo "Look what hartes did".

 

Amos Tutuola escribió en 1.964 "Mi vida en la maleza de los fantasmas", y tuvo que abandonar su país por las violentas reacciones que causó la publicación del libro en aquella época, un referente de la narrativa africana. La historia es contada en primera persona por un niño de 5 años, con una narrativa sencilla, directa y con un estilo repetitivo como solo un niño sabía contar, pero muestra una realidad tan absurda como la que la guerra y la religión han marcado el presente de Nigeria.

 

En los años 60, el pueblo de un niño de tan solo 5 años fue atacado por soldados. Su madre lo había dejado solo en casa aquel día y tuvo que escapar de las bombas y el fuego. Salvó su vida adentrándose en la maleza, ese territorio mágico prohibido para todo ser humano, y donde los espíritus Yoruba viven y luchan. Nuestro joven protagonista estuvo durante más de 30 años tratando de encontrar su camino de regreso a casa a pesar de los espíritus y la muerte.

Presentamos así mismo el proyecto "The End of Cathedrals" del fotógrafo Jorge Fuembuena. Ha elegido un territorio colindante con lo mítico, el del glaciar Jakobshavn (SermeqKujalleq), para acometer un empeño de resonancias románticas: el seguimiento y el registro preciso de los desplazamientos de esa enorme superficie que vaga errante por el hemisferio norte, envuelta en una luz que se desentiende de la cronología del día y la noche. Una masa de hielo ancestral que es, simultáneamente, un lugar primitivo y un territorio incierto, donde la morfología mutante de su paisaje se rige por un azar cuyos parámetros nadie conoce, porque nadie los ha descrito. 

 

El glaciar es un espacio que, representado en imágenes, pone en crisis la percepción que tenemos de su escala. En su hielo no existen elementos reconocibles que nos aporten una pista sobre sus dimensiones; y sin esa información extra nuestra visión solo puede aventurar conjeturas respecto a lo que parece una vista aérea, pero que tal vez sea un conjunto de pequeños fragmentos helados. Estas fotografías no aportan certezas, aquí lo único cierto es la inminencia de su desaparición. Conocer ese territorio, abarcarlo, es una aspiración vana, porque no solo sus formas son efímeras, también su ubicación. Las anotaciones topográficas – latitud, altitud, longitud, etc.- ilustran una voluntad que ha perdido la batalla antes de comenzarla.